jueves, 28 de junio de 2007

casi nunca abro la puerta...

Tengo una adicción a esconderme entre tus cosas, a llegar cuando te vas y escribir con tu esencia que va de la cama al baño y de regreso a la cama. Entiendo que tú nunca sales de este cuarto, no mientras yo escribo que no escribo. Reconozco que tus demás duelen como mi insomnio, como tus alas caídas. Yo no sé si has besado mis lágrimas cuando duermo pero ayer no escuché tu llegada, o no lo recuerdo. Sé que discutía con los insufribles puntos suspensivos y que empezaba el décimo primer capítulo de mi Novela de Paso con un güisqui en la mano... sé, que el güisqui no estaba en la novela. Más tarde me debí de haber quedado dormido, pues hoy desperté desorientado a las doce del día. Seguía en tu cuarto. Imagino que llegaste, que nos matamos como todas las noches... que los vecinos llamaron y los mandamos a la mierda. Imagino que volviste con el corazón roto y yo parafrasee algo que dijiste hace algunas páginas; me gusta pensar que me arrancaste las pestañas mientras te mordía las uñas. Mientras tanto, suceden silencios y yo alucino el llavero argentino acercándose desde la estación del metro. Por eso me levanto y me sirvo un trago surcado para esperarte despierto.

lunes, 25 de junio de 2007

intruso

Es tarde cuando entras al cuarto, tarde como 3 cuentos de Arreola. Han pasado tus dos horas de trayecto creativo y tus manos bailan resueltas en tinta gracias al transporte colectivo. Te quitas la ropa sin voltear a verme, yo te como, no puedo obviar tu imagen (nunca he querido) y reconozco que estoy perdido entre tus piernas cuando tratas de verme a los ojos.
-Me gustas más cuando me ves a los ojos...
-¿Puedo escribir en las plantas de tus pies?
-No, son pequeños.
Mi mirada abajo, terminas de desvestirte y empiezas a buscar tu ropa de dormir, yo busco tus ojos.
-Ayer fui por La voz de Lila...
-¿y luego?
-Nada, “nada en ningún Gandhi de la república, eso dice el sistema”. Están por descontinuarla
-vulgares.
-¿Tendrán tanto poder como para descontinuar un libro?
-no sé, hace mucho que dejé de preocuparme por el poder de las franquicias.
Tu blusa de dormir resbala sobre tus pechos, yo parpadeo... muevo la cabeza a otro lado como si alguien me llamara.
-¿Vas a dormir conmigo? –preguntas sentada en la cama. Me guiñas un ojo, el derecho, el mismo que cierras cuando terminas un diálogo-propuesta, un monólogo conspirador.
-No, no creo... hoy no he escrito nada.
-Te dije que te cortaras las manos. Odio tus temblores, cualquier hoja blanca rota en el suelo del cuarto... tu eriza de letras.
-No puedo cortarme las manos, además me mataría sin tocarte.
-Tócame... –no es una invitación, es tu forma de arrebato. Me levanto... camino hasta el escritorio,regreso con un vaso con güisqui y un pincel.
-¿Sigues tomando?
-Desde ayer... ¿y tu música?
-Pronto...
-Siempre me han gustado tus piernas –llego hasta la orilla de la cama.
-Son cortas
-Son tuyas...
-Hace calor –te quitas la blusa y te quedas acostada bocabajo.
-Quiero que leas lo que te voy escribiendo... sólo entiendo la poesía que debe leerse en voz alta.
-Sólo así es poesía, escribe rápido no me gustan las pausas.
Termino el güisqui, pongo el vaso en el suelo y me siento a tu lado en la cama. El pincel cae en tus muslos... resbala. Yo sigo temblando hasta que escribo... tú hablas.

miércoles, 20 de junio de 2007

memoria

Llevo una enciclopedia queriendo abandonar la literatura clásica, imposible. Sólo consigo mi abandono. Por eso delego cobardías mías a personajes valientes... Recuerdo la discoteca arruinada, el diálogo empezó con ese amigo común que soñaba con el mundo en porterías, ¿cierto? Yo estaba triste y es posible que haya imaginado a Bovary en tu sonrisa de lluvia como resultado de mi fascinación por alguna Madame de mediados del siglo XIX que me taladraba las rodillas. Sé que quise un beso fugitivo. Uno de hada. Ahora sé “que no pasará” (punto) “nunca”.
A saber: yo no espero, no pido, no hago trueque...a mí me encanta el arrebato.
Sé que tienes mi novela favorita escrita en el cuello, que todo lo que estoy buscado lo llevas arañado en la cintura. En ese lugar de tu espalda, el punto exacto contrapuesto al ombligo donde las manos (las que no son tuyas) se detienen tratando de encarcelarte. Tengo que leerte-comerte... ya lo había escrito. Hay cosas que salen del sudor de tus manos que necesito arrancarte con la boca.

martes, 19 de junio de 2007

...guanatos

Vamos a pensar que estoy en el mismo cuarto, con la misma pantalla rebanándome los ojos sin tocarme la nariz, con los mismos libros que ya no tienen más páginas que esas dos que llevan abiertas desde Guadalajara, desde el inicio de mi Novela de Paso, desde que intenté rescatar a Juanito guardándome la mota en los güevos. Esas mismas páginas que sabes de memoria. Ahora pensemos que el calor es insoportable, que lo que más suda son las manos. (porque las manos sudan impacientes sobre el teclado... es desagradable, es definitorio) No me imagino a Huidobro con sudor en las manos, si a Vallejo. Es como Hemingway y Faulkner. Las manos de Faulkner sudaban frío, ¡me vale madres! Imaginemos que mi generación olvidada vuelve, todos serán reconocidos algún día después de su muerte; tres cosas fatales. Medios círculos inevitables, los círculos apestan.
Ahora el cursor parpadeando, Nayely, parpadeando, Siul, parpadeando, Memo, Leroy, parpadeando. Coral odiaba los cursores, casi lo entiendo. Si las cosas se aprenden, ahí aprendí algo... lo único que sé si algo se sabe.
Pensemos que la nostalgia reconoce y atrapa, que los años se resuelven en instantes alterados, Marge sabe que es imposible que suceda en otras situaciones.
Volvamos a mi cuarto, a la espalda-espada, a la batalla épica entre las distancias y mi paciencia. Ataco a los segundos inhumanos como a mosquitos, con la barba, con las uñas y los ojos tristes... siempre he dejado de llorar, por eso son tristes con el tiempo y yo vomito relojes y cumpleaños.

lunes, 18 de junio de 2007

nada de nada

Es tiempo, todo parece indescifrable y yo me vuelvo loco tratando de encontrar palabras que no existen para escribirte cosas que jamás se leerán... y claro, fracaso. Hay veces que las mañanas se me pierden esperando a que salgas del baño y me digas que duerma, que todavía es muy temprano... mañanas que espero tu sonrisa mía mientras desayunas y yo me revuelvo en la cama tratando de que el tiempo se detenga y me deje ser contigo eternamente.
Tengo de aceptar los días de fastidio, que me arranco los dedos con la boca porque a pesar de leerte entre mis brazos nada escribo para ti de todo lo que tengo que decirte. Podría ser mi afán de volverme de ti cuando estás tan lejos. ¿Tengo que empezar a controlar los temblores de tu ausencia?, ¡me resisto! Y mientras tus días son lluviosos y fríos yo me escondo entre mis sábanas y me cubro con calor de este calor no nuestro.

martes, 12 de junio de 2007

Descanso. Intercambio 2/3 por 1/1

No quería componer otro Quijote -lo cual es fácil- sino el Quijote (...) no se proponía copiarlo. Su admirable ambición era producir unas páginas que coincidieran -palabra por palabra y línea por línea- con las de Miguel de Cervantes.

-Borges

Estoy mocosamente divertido. Trabajar once horas al día es como un escupitajo en cualquiera de las dos orejas, ¡en las dos! Me arranca la cabeza el olor a Zola, los combustibles, las malditas chimeneas, el equipo de seguridad (sobre todo el casco) y la brillante idea de prohibir la venta de bebidas alcohólicas en los comedores industriales. No me veo como un adulto que puede dejar de tomar cerveza antes de las doce del día, no como adulto.

Entonces encontré que Pach entendió a Borges y empecé a pensar en cómo devolverle mi sonrisa que no he podido quitar desde hace unas horas. Mi rostro debe de estar tan descompuestamente feliz (lo cual me he prohibido ver), que reconozco su sabiduría, su biblioteca infinita, su necesidad obscena de ser (porque querer ser debe de verse como un improperio y esto no significa mi desprecio, al contrario). Explico, al final todos los libros son el mismo libro que escribe cómo todos los libros son el mismo libro. Hada, estamos condenados a reescribir factorialmente... a revolver en espiral ascendente o descendente (desconozco, por eso es una espiral) las mismas letras en abismos. Todos los que se apasionan, condenan, aturden, mienten o revuelven con tinta son el mismo. Así, no hay mejor Quijote que el de Pierre Menard ni mejor situación narratable que la Pachiana, y claro que no es corriente, ni vanguardia, ni tendencia... sólo es y eso es sutil y despiadado. Creo entender su desesperado entendimiento, no hay libro más tuyo que aquel leído con cabellos en las manos (olvido cualquier texto que no me haga arrancarme los pelos de 3 a 7 veces) (tal vez por eso mi afición a Hada, aunque prefiero no quedarme calvo) -algún día vendrá el decálogo de las razones para tirar con fuerza de tu capilar literatura-, perdón regreso, de hecho no existe más libro que el que escribes leyendo... o viceversa. Pach, mientras en Babilonia haya lotería y no biblioteca (y eso es inevitable) , seré tu lector diletante. Vuelve.

Sr. Anónimo, tengo que encontrar al hijo de puta que me publicó hace 24 años.

domingo, 10 de junio de 2007

1/3

Carta 1*

He estado esperando un pretexto para escribir una novela, una carta irremediable, algo que deje de ser mío para volverse de ti. Sé que podría quedarme sentado al infinito sin utilizarte entre estas letras (y tal vez es lo que debí haber hecho. Esperar la madurez, los años sabios, otra guerra, un golpe de estado...), pero acostumbro desesperarme pronto y hoy te tocó ser el infortunado destino de mi impaciencia literaria.

Creo que he estado tanto tiempo en esta ciudad, en este país, en esta edad (que calculo entre los 15 y 19 años), en este apasionamiento incontrolable de hacerme triste, que las cosas se me han vuelto ajenas. Ahora no hay nada más ajeno que lo que conozco desde que tengo memoria. Ayer salí con mis hermanos de toda la vida, traté de ponerme al corriente en sus juegos, en sus pasados, sus amores y me aburrí como niño en misa. Después traté de contarles de mí, intentar que esta historia en descontrol nos uniera para siempre... que se alegraran de mi destrucción y aportaran ideas para la comicidad de mi depresión constante... nada. Y yo me he vuelto cínico y ellos se han vuelto señores... Así, mientras Pancho y yo nos hemos perdido antes de nuestro respeto y después de nuestra ironía, el mundo termina repitiendo los mismos temas que nosotros hemos superado desde que jugábamos con lodo... (aunque lo seguimos haciendo). No sé, quiero creer que esta pasividad nos está cambiando el alma por un payaso, un Arlequín desesperado en su corazón y arrepentido en el mío. ¿Por qué empiezo hablar de Pancho? Me voy a morir, él es importante.

Así sigo esperando una oportunidad para escribir, una oportunidad que no merezco ni he hecho nada para merecerla... una oportunidad que no he perseguido... pero la espero. Creo que lo que pasa con los artistas de nuestro continente (nuestro continente es el de abajo) es que están demasiado ocupados (ilusionados) conviviendo con sus fantasmas como para empezar a venderlos, subastarlos o regalarlos. No, no estoy apuntado la artisticidad mía, sino a la de los que conozco. Mis músicos amigos, mis pintores, los escritores que sé que escriben y jamás serán leídos. Saber es una maldición, una burla del destino para los que necesitan saber que no saben...

Un gol sin festejo no es gol


Hace dos minutos leía a Borges y decidí escribir. Escribir que leía a Borges y decidí escribir.

Sigo diletando, argumentando que mi literatura nada tiene de formal, de estructural, de literatura. En realidad sólo soy yo, el mismo aficionado de hace ocho años... más viejo, más tonto, más triste y menos ilusionable. No creo que sea madurez, espero que no.



viernes, 8 de junio de 2007

Correspondencia

homenaje al (Homenaje de l. azul. )
abrazos, zombie.


"Repetía a menudo que hacer sufrir es la única manera de equivocarse. Quería ser un hombre justo” -Calígula, Camus.

Reconozco que somos así, así cómo, así cuándo. Que los libros nunca se irán. Confieso que las páginas se desgastan mientras leo... como las cuerdas si tocara, como el jazz de Coltrane, como DeltaRED en el museo de la ciudad y mis quince años a los veinticuatro. Sin embargo algo queda entre los dedos, llevamos alguna frase afortunada atorada en la nariz , labios con puntos suspensivos... he visto palabras atrapadas en tu cornea, impregnadas para siempre en el cristal izquierdo de tus anteojos. Así leo los diálogos en tu espalda con el recuerdo de que los libros viejos desaparecerán y tú empiezas a fumar mientras lees la pared, que a mí me parece redundante. Termino de leer en tus muslos y sufro por las nuevas ediciones, por el tercer capítulo que me fascinaría leer entre tus brazos y que leeré invariablemente en una nueva edición de bolsillo que puedo sostener con una mano, la derecha.
Todo es tan impropio que el final de mi novela me lo tatuaré en las exilas. Me rehúso a dejar de leer de ti a pesar de la incontrolable revolución y los espacios saturados de carroña. Yo sólo comerte, perder el conocimiento... leer