miércoles, 19 de octubre de 2022

algo...

Te despiertas justo antes de que el tren negro de todas las noches te arrolle en tu sueño y saltas de la cama adelantándote en segundos al sonido del despertador, ella sigue en tu cabeza. Elena de hace 4 años, tú 20, ella 17. Sí, tú le escribiste un cuento de la fascinación de los dos por matar dioses, un cuento donde los diálogos eran escasos, donde los personajes hablaban de los personajes que escribían cuentos y mataban dioses. Así amaneció la española que te atrapó con su cuerpo inexplicable y sus ojos negros, la niña que quisiste robarte en Roma durante un viaje familiar. Hace un año que no pensabas en ella, hace más de tres años que no recibes noticias. Tú prometías ir a España, a Sevilla;  vivir con ella mientras aplicaba para dedicarse a la psicología, que claro, tú odias. "Tú y tus choros" diría tu artista favorita, aquella mexicana que recorre Madrid bailando con vestido de lunares (otra historia, regresemos). Te levantaste con los puños cerrados y la boca seca. Mientras te bañabas recordaste que ella tardó en abrir la puerta de la habitación porque se estaba duchando, todo en horas menos minutos. Y yo sé que desconoces si el destino resulta útil, sé que en general te parece despiadado, pero aquella vez salvó tu viaje separando sus cuartos en el hotel de Roma sólo por un pasillo en alfombra verde. Ella triste, tú solo. Algo había sucedido en la relación con su novio, tú venías de arruinar tu carrera de Letras, su padre te reconoció como el idiota de la familia y todas las cenas se entretenían hasta agotar el vino de la casa entre los dos. Pasas el día con Elena caminando por lo confuso de tus recuerdos y quieres volver a verla mientras sabes que no hay mejor foto que la de su abrazo desnudo frente al espejo.

lunes, 3 de agosto de 2020

el viejo

Sigue la conspiración: el pleito, el tiempo; el olvido, la cerveza; el amor, tú y mis hijos. 

lunes, 23 de julio de 2012

al tío Daniel

Homónimo/homónimo...

Siento haberme separado de tu abrigo después de los diecinueve, en ese momento era tanto lo que no podía contarte por lo mucho que hice.... que hago, faltando a tu consejo. Consejo de pocas palabras, consejo contundente y sabio. Hoy regreso a ti para llorarte, para abrazar las lágrimas de mis hermanos Villarmet, para consolar a mi tía maravillosa, fiel, hermosa. Hoy regreso a ti para contarte de mi vida, para escucharte con el viento, vengo a saludarte tío, porque jamás te diré adiós.

Tengo el privilegio de haberme sentido parte de ustedes, día a día, a travesuras, a regaños y mimos me volví suyo durante toda mi infancia. Privilegio que cualquier niño debería de agradecer al infinito, por tener dos padres y dos madres, y más hermanos que aquellos que le vienen de sangre.

Hoy te recuerdo los sábados camino a tu casa del centro después de misa con el padrecito futbolero que nos permitía regresar a tiempo para terminar de ver el partido, recuerdo el pan dulce, las quesadillas y la leche con chocolate, te recuerdo en algunos partidos de los Gallos, te recuerdo en los lunes de las cuentas en la granja, los sábados en la ruta de quesos a Santa Bárbara, los domingos de los yannickinos y los bolis en la quesería, te recuerdo de portero con el equipo del rancho, como Santa en una noche mágica en la granja donde la única luz era tu sonrisa. 

Hoy hago memoria y sonrío con el corazón destruido, nublado, triste. Hago memoria amarrado del amor que le tienes a tus hijos, a tu esposa, a tus nietos, a las pequeñas fascinaciones cotidianas, a tus bromas, al café, a las vacas, al queso, al fútbol... a Dios.

No hay más fuerza de voluntad que la tuya, ni más amor de esposo, padre y maestro que el que recuerdo en tus ojos. Sé que hoy despilfarraré las lágrimas que tengo acumuladas, pero de las que vengan siempre habrá muchas, muchas reservadas para ti.

Y te sufro como hijo porque eres como mi padre y como el padre de mi padre.

Pepe Celaya

jueves, 5 de julio de 2012


Abandoné la ventana de nuestro departamento cuando el cuadro se armaba de gente-tejido en una alfombra descompuesta de varias cuadras. Volví a mis dos hijas que estaban sentadas frente a mí con la mirada lejos (tal vez en la casa de verano de la familia de su madre), este verano les tocaba pasarla conmigo en un doceavo piso en el centro de la ciudad sin otra diversión que las ocurrentes visitas de mis amigos. La revolución seguía apunto de estallar desde el domingo.
Ellas con su cabello totalmente descompuesto y las carcajadas contenidas por labios respetuosos de la poca autoridad que todavía les represento.
-Será que venga Daniel, pá
-No creo
-¡Ojalá que sí!... él huele chistoso
-Es gasolina, en otros tiempos olería a cigarros
-O a güisqui
-No, a eso huele cuando sale de aquí...
Un reflejo me hizo volver a la ventana, ya con la cascada en fadeout de sus  risas y los veloces pasos alejándose del estudio. Entonces entendí que se desvanecía otra revolución bajo dos hipótesis: una, en este lugar no faltan revolucionarios, faltan líderes extraordinarios; otra, todos somos cobardes.


no hay más amor que el imposible

jueves, 19 de enero de 2012

notas al margen

Son diez años del primer capítulo de la Novela de Paso, diez años de Elena que fue Lorena que fue Emilia que fue Sofía para desear ser Emilia. Entonces la historia era de Santiago, que fue Rodrigo que fue Francisco que fue Guillermo que fue Andrés para ser otro Santiago.
Sigo pensando que las letras están subordinadas por una sola historia formada de todos (todos)los textos apartados del escritor (se declare, firme, sea, pretenda ser, o se desconozca).
Alguna vez creí que mientras escribiera todo se iría acomodando, o que en algún extraño futuro alguien encontraría el ritmo de las letras y armaría el relato escondido en el relato. Diez años después sé que no pasará, tengo la novela empolvada de mi abuelo y encarcelada la Novela de Paso como prueba y karma del sueño literario.
Hay días que anhelo al suicidio los diecitantos, hoy uno de ellos.

sábado, 16 de julio de 2011

pst,pst...

Podría ser el extraño sentimiento de que en el único deslugar es este, o el gusto a las mentiras y los aterrantes primeros capítulos... desconozco, igual tenía que volver por Emilia, volver pretextando una canción de tantas veces (in a little while). Me confieso musical al extremo de revivir.
Vámonos despacio, por lo pronto estas líneas. Ocupo mover los pedales de la bici oxidada.

lunes, 30 de agosto de 2010

laberintismos

Ensayo III

Santiago reconoció al Negro saliendo de un baño del VanGo, se levantó de la barra con un güisqui en la mano derecha y se fue colando entre la gente hasta que empezó a caminar a un lado de él.

-Güey, no voltees... se llevaron a Lorena,
-¡Qué?...
-Sí, ayer... esto ya se puso del carajo
-Sí loco, de hecho todos lo andan buscando
-Un paro
-Lo que sea, compadre...
-Te veo mañana en los gorditos a las once
-Yastá... y ¿cómo anda?
-Jodido

Santiago regresó a la barra, pidió otro Jack con agua mineral y caminó a la salida de emergencia, el Negro se fue abriendo paso entre la gente hasta que llegó a su mesa y se quedó parado junto a uno de sus escoltas.

-Maik...sigue a Santiago
-Yastá patrón.
-Ese cabrón es mi carnalito... cualquier pedo, me vale madres, es tú bronca
-Seguro
-Ah, güey... a mi jefe naa de nada.

El guarro salió caminado del antro por la misma puerta por donde se había ido Santiago.

jueves, 26 de agosto de 2010

laberintismos

Ensayo II

-Esta novela de paso está terminando con mis riñones carreteros.
-La Novela, como siempre... na que ver con abrir las puertas equivocadas, recular... llenar todos los vasos e incendiar tu departamento.
-Nada, es la novela... prometo
-Hermano, llevas en esa silla dos semanas... no es reclamo güey, pero apestas hasta las escaleras del edificio.
-Naa, es el olor a humo que se quedó después del accidente.
-¿Accidente?, hiciste una fogata de poemas arriba de tu alfombra
-Y la hubiera hecho de poetas, pero no encontré a ninguno...
-Ja, te debiste de haber mudado a la condesa..
-Ahí más fácil, claro... prometo limpiarme hoy
-Y vestirte,
-Mmmh, ok
-A sí, sólo porque viene ella...
-¿ella quién?

laberintismos

Ensayo I

Eres pensamiento recurrente desde siempre, compruebo el odio morboso a no ponerme atención y dedicarme a lo otro, lo demás... lo sencillo. Sucede que no puedo dejar de suponerte ni quiero. Noches bonaerenses, bares del sur, hoteles del mundo... primaveras infinitas de otoño en tus ojos de frío. Y no sé si lo que tengo es arrepentimiento o gusto atrasado. Gusto porque sé que eres tú, porque ahora te debo más que nunca sin sentirme culpable.
Anoche volví de mi letargo adolescente (como ves todo lo que soy viene con demora), y fue otro destello del migo... en la casualidad de los espejos donde jamás me he podido reflejar.
Y entiendo que debo luchar por salir de aquí antes de ahogarme, aunque por lo pronto me conformo con la ventaja en mi debo sobre esta inconstancia de cordura.

martes, 16 de marzo de 2010

como tú quieras

Entiendo que eres mi occidente con ojos de arrebato,

mi abandono diario.

¡Vuelve ayer! que regresé lunático

y ocupo comprobar que no eres musa-noche

o fantasma-complot, temblor de manos...

un güisqui resultado de mi desadolescencia

que vive sólo por tu pasión intermitente.

sábado, 6 de febrero de 2010

Guillermo empezó a escribir su novela cuando Lorena estaba a punto de salir del país para abandonarse en un curso de fotografía en la ciudad e Manhattan. Él llevaba tres semanas sin saber de ella y ella había pasado dos veces enfrente del departamento de Guillermo sin atreverse a tocar por culpa de sus viajes (los de él) y su miedo.

Ese día llovía y Lorena estuvo sentada 4 horas en la sala de espera antes de abordar el avión sin soltar la novela que le gritó Guillermo el último día que se vieron.

-Eres una pendeja, el día que leas Si una noche de invierno un viajero...

-¿qué?

-Calvino

-¿Ese día qué? No de quién, adicto!

-¡Calvino, chingáo!, ese día me voy a tirar por la ventana...

Guillermo llevaba 4 años hablando de la novela que escribiría, de los personajes, de que todos los relatos que ha escrito tienen que ver con lo mismo, que no hay escritor que no firme su sentencia con el primer cuento... que todo aparece como un borrador subordinado

-Sólo puedes escribir una historia en tu vida

-¿qué?

-es como tus fotos

-¿cómo?

-En secuencia, todas vuelven a lo mismo.

-¿Qué es?

-Yo qué sé...

Lorena llevaba su portafolios electrónico, su MAC air, la cámara digital Nikon con todos los lentes que le había regalado su padre el día que cumplió 25 años, y la tarjeta de crédito que le dio el abuelo dos días antes de que saliera su vuelo.

-Puedes quedarte en el departamento en lo que vamos tu abuela y yo

-Mi papá...

-No hagas caso, qué ganas de pagar por pagar

-Pero..

-Nada, toma esta tarjeta de crédito y la llave. Todo a cuenta del abuelo mientras la primer foto famosa la colguemos en el rancho. Nos vemos en verano por allá.

-Gracias...

-Dale las gracias a tu abuela.

sábado, 23 de enero de 2010

df

Empecé a manejar a las 9 de la mañana siguiendo la línea del trolebus. En realidad lo que buscaba era un starbucks para poder sentarme en un lugar intermitente durante algunas horas a esperarla. Nada, al parecer la línea del trolebus va en inconfundible opuesto con las franquicias. En ese momento no tenía prisa, ni ganas, ni sentido... lo interesante viene después: llegué al café a 3 horas de haber salido de la universidad y con 1 hora de retraso para pasar por ella. No había mucho más que hacer, el café de día debe de tomarse sentado viendo la tormenta de la calle y después de haberte quemado la lengua al menos tres veces. Igual ¿qué prisa?, nada... al parecer la línea de mi vida va en inconfundible opuesto a la felicidad.

Ahora estoy perdido en esta ciudad de monstruos con pocas ganas de encontrarme y muchas de regresar el tiempo a los noventas. Nada podía pasarnos hace 20, nada que nos tuviera consternados.

martes, 19 de enero de 2010

igual que diario

-Hermanito, he dejado de reconocer las ciudades misteriosas. Ahora se me complica tanto caminar por cualquier calle, ¡tanto como nunca!, y tú más que yo sabes que no han pasado tantos tragos desde esos días en que nos podíamos esconder por semanas con la gente... refugiar el sueño en algún departamento de mujer poesía.
-Otra de tus angustias de adolescente acabado.. mmm, ¿cómo te decía ella?
-Sabe... ¿ella quién?
-¡Sí!, erán tus crisis y mis niñerías, algo así...
-No es igual. Ahora las ciudades me rompen las rodillas.
-Güey, llevas diez años con las rodillas rotas y no me vengas con eso de la edad y los güisquis, los dos podemos recitar el discurso de los diecitantos por días... y aquí entre nos, ya ni pa' ligar sirve.
-Ya sé, pero no, no es eso... son más los abandonos que los años de yeso literario... y mi hija.
-¿Y su novela?
-Igual
-¿Igual, igual?, la última vez que pregunté la estabas empezando...
-Igual, lo mismo.

viernes, 12 de junio de 2009

7:35

Los días nos amarraron los dedos. A ti los míos... continúa tú, yo sé que sabes lo que iba a escribir. Empieza otra crisis interminable, tú con tus visitas de Santa Cecilia, yo con los libros en el suelo del departamento. Ahora estoy seguro de que mis cartas con borregos jamás llegaron o nunca las abriste. Es increíble lo que un pueblo tecnológico puede hacer con la gente; primero una exposición en excedente, después el abandono.
Me siento comprometido, te platico.
Regresé a los bares de antes, a los de la generación olvidada y confieso que las mujeres son más atractivas, las cervezas más caras y los güisquis imposibles. Nadie con tu arrebato, las barras dejaron de usarse y en cualquier lugar hay más cadeneros que meseros (te imaginas el caos para la gente como nosotros). Ya no se puede tomar en un lugar desde las doce del día, ya no como antes, los lugares se vuelven pesadilla... sigo despeinado, sólo que ahora por lo viejo, lo viejo viejo, no lo viejo de toda la vida.
Por cierto, falleció el abuelo... ya no hay nadie que hable de los vientos del norte y las mujeres que valen la pena. La familia entera vive de las discusiones políticas. Y sí, me siento en el infierno.

Saludos

miércoles, 18 de marzo de 2009

foto suplente

Clip nocturno regresa confeti suicida... ¿es porque pasaron más de tres decenas de conejos?, viene crisis.

domingo, 10 de agosto de 2008

Carta 2. Borrego de acá para allá

Entiendo tu obsesión por los delfines, por el mar... por las palabras de cualquier literatura, todos sabemos que contigo nunca falta poesía. Pero, ¿de dónde la necesidad de hablar de él? No voy a decir nada, sólo quería que supieras que leí la carta y que regresó todo de golpe, llevo dos días en el piso. Lo siento. Algún día iré a visitarlo, espero que no se muera antes... o sí. Si no muere prometo sacarlo de ahí cuando regrese contigo...
Estoy fascinado con la gente de acá, todos creen en los pronósticos del clima. Ayer nadie salió de su casa porque todos esperaban un huracán, claro que no llegó. Acá esperan las lluvias como allá esperábamos a los delfines.
Regresó al abuelo... ¿crees que sea el momento de hablar de eso? Si tú crees que sí, en la próxima carta escribo todo lo que pienso pero sólo para enterrarlo, no quiero una conversación. Quiero un abandono, ¿entiendes? Me gustaría poder levantarme de aquí a cualquier hora, estos días sólo me he podido parar de 3 a 5 de la tarde. Mañana espero al cartero para mandar esta carta. Me da miedo estar en la calle después de las cinco y caerme al suelo. ¿Te imaginas qué pasaría si no pudiera regresar a casa? Perdón que te aburra con estas cosas ¿a quién si no?
Espero ver a la abuela pronto.
Abrazos a nivel de mar

tote

Nunca te ha gustado manejar, no es el carro, ni la soledad, ni el clima ni la ciudad. Es tu afición al extravío y a los gritos innecesarios (-“!por qué no le estamos gritando a las perras?”), si las brújulas tuvieran un nombre se llamarían Minerva. Las seis de la tarde es la peor hora, pero así es el mundo asalariado; constante en sus peores y en sus mejores.
Está lloviendo y López aparece encabronado, más que tú que recuerdas a una novia loca y empiezas a mentar madres con las vidrios cerrados (sería una estupidez mentar madres con las ventanas abajo cuando está lloviendo). Te urge una michelada pero si te sales a la lateral para encontrar las más cercanas llegarías media hora más tarde con ella, y eso no te lo perdonaría jamás, ni tú a ella que no te lo perdone. Piensas en lo que te dijo el doctor: “Güero, yo te recomendaría que si vas a tomar ya no tomes cerveza y mucho menos le pongas refresco a tu vino”, el comentario hace que te duelan los riñones. Pero si ya estaba en eso...
-“Ayayayaaaaaaiii, mamá por Dios...”, mejor cambias de canción. No necesitamos pretexto para la fiesta. Todo nos llama, hasta los días en que tratamos de esconder el disfraz pirata en los horarios de oficina.
Avanzas, frenas, avanzas... -“el día que tenga para comprarme un carro automático... me voy a comprar la estatua del Diego, pendejos”
Levantas el celular del asiento del copiloto, claro que no vas a llegar temprano (pero nunca dijiste a qué hora), igual mejor le avisas. Biiiip 3.3.1.2.8.9.... .... .... biiip, biiip:

- Aloooo
- Estoy en el tráfico
- Supuse, ¿vienes?
- Llego en quince, ¿qué escuchas? – te pegas al celular-
- Nada
- Qué raro, siempre tienes música cuando te marco...
- Hoy no, ¿por dónde vas? –se rasca la nariz-
- López
- ¿y qué carajo haces allá? –ojos a la derecha-
- ¡No sé!, me perdí... –golpe al volante-
- Ok, en lo que llegas voy a la tienda ¿qué traigo?
- Ocupo güisqui..

miércoles, 30 de julio de 2008

hermanitos

:Margarita...

Y te imagino inevitable... todo el camino del trabajo a la casa con el retrato de tu cocina sucia y el maldito polvo que pudo caer en la mesa del comedor llamándote en los ojos. Sabes que no será mucho, ¿cuánto polvo puede caer durante 5 horas en un departamento que está cerrado hasta que tú regresas a limpiarlo? Te supongo en el tráfico de Patria (aunque sé que seguramente tú te vas por Tepeyac) pensando por dónde empezar a limpiar y cómo vas a acomodar la mesa para comer sola mientras Waters te intenta sacar al infinito. Igual reconozco que los trayectos siempre son más rápidos cuando no se piensa que se va, y sólo se piensa que se piensa.
Estacionas el coche entre el boceto de tres carros alegóricos que seguirán esperando al mariachi perfecto (ese que robamos de woodstock) y todo pasa exactamente igual que en la película que terminó en tu cabeza al momento en que abriste la puerta del carro (es probable que los colores hayan cambiado un poco, esa imaginación siempre a funcionado en colores retro).
Limpias con Bunbury, aunque tu rostro alimenta una sonrisa triste. No te explicas por qué ese hueco en las manos si sabes que él va a llamar... que él va a llegar, pero ¿y si no? ¿qué pasará con la tarde si mi hermanito favorito no llamara?. Cancelas la cabeza subiendo el volumen..."No conozco a nadie, que mienta como tú...” y te sirves otra copa de vino antes de empezar a comer. Entiendo, tomar solo, sólo está permitido cuando uno come (regla nuestra), aunque esa es la segunda copa antes de sentarte.
Ya limpiaste, cocinaste, comiste y volviste a limpiar... son las seis de la tarde, suena el celular (en esta historia va a sonar con la misma canción que te despierta). Apagas Bunbury, no quieres que él escuche porque seguro se va a querer ir de fiesta, así somos nosotros, nada nos domina tanto como una canción viciosa.

-sigue, regreso contigo.