martes, 29 de julio de 2008

Carta 1. de aquí para allá

Ayer encontré tu carta en el buzón pero no pude leerla de inmediato, nunca me ha gustado esa obsesión tuya de llenar el sobre de timbres gastados como para presumirme que yo nunca podré competir con tu correspondencia; por eso la dejé junto con los envases de cerveza hasta hace dos minutos. Me atreví a levantarla hoy que ya estoy más tranquilo porque otra vez empezó a llover tierra.
Acá todo es muy distinto, acá no hay mar y las mujeres ríen demasiado. Cosas que me han ayudado a no pensar tanto en ti, bueno eso y la lluvia. Hace unos días que sí he pensado en ti, pero más porque no he podido estar con alguien desde hace tres semanas; el trabajo y los años... algo sabrás, y los días en que trato de pensarme con nadie para pasar las noches de insomnio apareces tú. Talvez por que eres la única mujer que... olvídalo.
Me gustaría saber si allá el tiempo sigue pasando igual de rápido. En cuanto salí de ahí sentí una especie de pausa, acá todos los meses son lentos menos octubre, octubre pasa encabronado. Aunque sí, sigo pensando en morir un otoño, pero soy cobarde.
Te cuento algo de mí: quisiera ver un cuadro tuyo.
Saludos,

Santiago
pd. No estoy muy seguro de poder seguir contestando... tiemblo de más, aunque confieso que tuve un momento irremediable cuando te leía.

1 comentario:

Margott dijo...

Te extrañaba. Aprendí a no temblar.