martes, 8 de enero de 2008

enviciación en toledo

Hada descubrió un nuevo personaje, uno de mí. Uno que yo no he escrito ni escribiré nunca. Supongo que los días nos atrapan y ya no hay nada que pueda ocultarle a sus alas nocturnas en mis mañanas de resaca. Despertamos hermanos y yo me aferro a sus diarios aunque evito leerlos, todo es el miedo al fracaso ¿pero se puede fracasar sino sabes lo que quieres? Y yo quiero quedarme porque me asusta el debo de mi vida, la espectativa queretana entre mis ojos, las situaciones constantes, lo que me toca. Y quiero irme porque me asusta el quiero. No soy niño de decisiones porque las pocas que he tomado firmemente han salido mal. Mal por decir algo, por no decir que desalieron.
Y ahora escribo un diario con tu nombre aunque a veces parezcas tú... Y van cinco días sin tocar la novela de paso porque me tiemblan los dedos. A saber, los dedos tiemblan generalmente cuando tiembla todo el cuerpo. Me encantaría saber que no hago daño, que no soy yo del que se tiene que cuidar la gente sino al contrario... me gustaría escuchar al viejo desocupado por la tarde. Tengo que hablar con mis hermanas en México, quitarles la impresión de este tango español.

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