lunes, 9 de julio de 2007

Era otro de tus días, otro espacio sin cronómetro de aventuras alcohólicas porque tu mundo insistía en desbaratarse en pedacitos; el bar vacío, tres mesas ocupadas contando la tuya. Nadie contigo, te habías quedado de ver con tus amigas a las nueve de la noche y tú estabas ahí desde las siete menos diez. Ahí el problema de no ser una niña de planes y de fastidiarse con los horarios. Como si la gente supiera que a las nueve de la noche se le va a antojar una cerveza, o que en dos días querrá ponerse hasta la madre. Faltaban quince minutos para que llegaran el club sudaca y las únicas dos mexicanas que siguen soportando tus depresiones suicidas, los desfiguros... ¿por qué se sigue la tendencia de alejarse de la gente triste? Llevabas tu falda corta y la blusa negra que nunca le gustó a tu ex porque el escote dejaba ver su lunar o tu lunar que siempre quiso que fuera suyo. Recordabas la copa llena de vino que aventaste a la pared de tu cocina cuando notaste que no estaba el mesero guapo. Entonces te paraste para preguntarle al barman que si aceptaban tarjeta –qué bien te vendría un vodka de cortesía, un intento más del chileno de sonrisa triste-, tú te hubieras acostado con él desde que lo conociste pero él se interesó en ti y eso terminó por mandar la fantasía directito a la chingada-. Estabas en eso, en que tal vez ahora sí te lo llevarías a tu piso aunque te dijera que le encanta tu espalda o que la última vez que te vio dejaste una servilleta con una historia que no entiende pero que tiene guardada en su cartera, pensabas en eso y en tu vodka con jugo de arándano cuando entró Guillermo (claro, en ese momento no sabías cómo se llamaba) cruzó el bar de la puerta a la barra, le pidio al barman dos Jack Daniel’s con agua y corrió al baño. Si hubiera estado peinado o caminara en zigzag te hubiera parecido pretencioso, otro hijo de papi recorriendo la España de los hijos de papi, hijos de todo, menos de españoles. Dos horas después te enteraste de que era mexicano y que llevaba seis meses recorriendo Madrid buscando a una exnovia que un día le llamó a su casa para decirle que lo quería...

2 comentarios:

hada asesina dijo...

q fuerte no?
borregos

Anónimo dijo...

suele suceder, casi siempre demasiado tarde...