miércoles, 26 de diciembre de 2007

sartén es sartén...

Apareciste cuando yo hablaba de tus ojos negros, de aquellas manecillas imposibles entre tu sueño y mi descanso obligado, hablaba y de pronto tuve que decir que soy mexicano por ser algo aunque la frase la haya hurtado de su teatro, de su payaso que tanto quiero, lo dije al tiempo que ella gritaba que no he dejado de ser el mismo enamorado. Entonces tú te despediste y yo me tuve que atragantar los brazos. Entrar a mi inquisición paulatina.
Hada me preguntó si quería ser escritor después de que ustedes salieron del piso; creo que fue la única pregunta que hizo sin sonreírse; la única que me lanzó sin voltear a verme a los ojos; fue justo después de que se terminaron las cervezas, las cervezas del cuarto día sin descanso. Ella leía escribiendo; yo no contesté nada aunque me vi en mil cafés intentando robarle relatos exiliados a tu ciudad, arrancándole los versos que matan mientras yo me bebía los dedos. Así llegaron todos los relatos, así descubrí que mis historias concluyen en salas de espera con tu cumpleaños infinito; que suceden con nuevas palabras de tu perfil en el temblor de mis manos madrileñas.

No hay comentarios: