jueves, 31 de mayo de 2007

Personajes perdidos...


Extraño a Emilia, sus ojos entreabiertos, su cacería incontrolable, su descaro. Dejé de verla porque de pronto todas mis protagonistas eran Emilia, mis tramas todas en bares, en noches, en camas. Le huí después de que una amiga me aventó mi último cuento con un comentario algo así como “¡por eso nunca acabas de escribir nada, porque te esfuerzas en enamorarte de todas y guardártelas para siempre!” Ahora entiendo que estaba celosa, que Emilia no buscaba enamorarme con sus vodkas y su fotografía, que yo nunca tuve un diálogo narrador-personaje donde le propuse todas las conquistas posibles para que sentara cabeza y dejara de atormentarme. Aquél diálogo en el que estuve dispuesto a regalarle a mi Francisco, a mi Rodrigo... a Santiago, sigue siendo el favorito. Para mí eran él y Emilia, no era el momento eso es todo...

Y leo que Emilia va subiendo las escaleras para llegar al bar y que el mundo conspira con su minifalda, ¿o por su minifalda? y ella lo sabe, y leo sin leer porque hay cosas que se quedan en mi espalda y duelen como escribir a mano.
Emilia debe volver aunque todo se condene, que regrese para mí y al diablo las historias. ¡Qué carajo si todas mis mujeres se llaman Emilia y la novela se vuelve interminable?

1 comentario:

hada asesina dijo...

Calígula a la orden joven