viernes, 14 de septiembre de 2007

3/6 (3 allá)

No te volví a ver hasta el día en que entraste desesperada a mi pensión, creo que eres la única persona que ha podido abrir esa puerta sin llave. Lo único que atinaste a decirle a mi casera, que estuvo a punto de colapsarse con tu aparición, fue que si estaba el niño despeinado de la comida corrida. Yo escuché tu voz entrecortada desde la máquina de escribir de mi cuarto, desde el vaso de güisqui en mi mano derecha y te imaginé de pie con las manos sobre tus rodillas, los ojos al suelo, la respiración agitada. Así supe que la revolución empezó un domingo. Cuando salí de mi cuarto ya estabas sentada en el sala con un extraño olor entre gasolina y perfume. Te llamé y te levantaste sin voltear a verme.
- Tenemos que irnos...
Yo no dije nada, regresé a mi cuarto, cogí la bolsa de plástico donde guardo el dinero, y Plata Quemada de Piglia, sonreí pensando en nosotros sitiados por la guardia civil en algún departamento de cualquier edificio. Tú estabas parada junto a la ventana volteando hacia la calle aunque yo sabía que tenías los ojos cerrados.
- Vamos...
No terminé la frase cuando el sonido de las sirenas de las patrullas y las ambulancias coloreó la calle, de pronto me sentí ridículo. Eran las 12 del día, salimos de la pensión corriendo hacia la izquierda, tú tranquila mientras yo pensaba que haber sacado un libro en plena guerra civil no fue lo más inteligente... que lo cambiaría, junto con una de mis manos, por el vaso de güisqui. Siempre estuve atrás de ti y estoy seguro de que no podía correr más rápido, mis ojos a ti, tu espalda, tus piernas, tus Converses negros.

2 comentarios:

La Lejana dijo...

oohh ohhh siii me gustaa!
Te leí hace, mucho, muchos años, en nuestra corta vida, o sea, unos 3, maximo 5 (nah, creo que no nos conocemos de tanto.. o si? ya no se contar el tiempo).
y siempre me enamora tu letra...

hada asesina dijo...

4/6 en tus manos